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En menos de 2 meses se cumple un año de la milagrosa manifestación de San Padre Pío y San Antonio de Padua en mi familia, al salvar a mi papá de un accidente que lo tuvo en coma por meses, siendo ya casi dado por muerto por los doctores. Hoy día mi papá está en pie y en muy buena salud. Reflexionando sobre el milagroso evento, entre la alegría y el tratar de entender el que nos tocara a nosotros esa rara bendición de ver a los santos en “persona”, le preguntaba a mi sacerdote: “¿Por qué yo? ¿Por qué a mi, cuando hay personas más santas que yo?” A lo que el Padre respondió: “Hija, Dios es el que elige a las personas a quienes se le quiere manifestar, y Él no dice cómo lo hace. Puedes pensar que hay personas más santas que tú, pero Dios quería que fueras tú quien llevara el mensaje. Dios no te escoge como se eligen empleados en una entrevista de trabajo. Lo que tenga guardado para ti es porque Él sabe que tú lo vas a cumplir como Él quiere.”

Mi papá: de estar en coma y al borde de la muerte, a la recuperación TOTAL. Gracias a Dios y a la Virgen, con la intercesión de San Padre Pío de Pietrelcina y San Antonio de Padua.

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Dios no da explicaciones, definitivamente. Y por eso es que, a través de los siglos, las personas con las historias de vida más raras terminan siendo los mejores ejemplos de santidad. Miren nada más a San Francisco de Asís. Ese hombre era un loco. Literalmente un loco de esos que por las noches se iba a vacilar con mujeres y amigos entre los vicios que fácilmente podía conseguir con el dinero que tenía su familia. La fama de “vacilonero” de San Francisco de Asís fue la que le jugó en contra cuando se convirtió al Cristianismo y comenzó su movimiento de intensa austeridad y penitencia. Imagínate, ¿quién le iba a creer a ese loco que se había convertido? Pero sí. Dios se había manifestado VERDADERAMENTE en este hombre que se convirtió en instrumento milagroso de Dios para mostrar su gloria. Y esa actitud de “loco” fue la que de igual forma lo llevó a hacer cosas grandes. De hecho, lo llamaban el “Loco de Dios”… porque con gran pasión y alegría infinita se dedicaba a la labor divina de trabajar por su comunidad, ayudar a los necesitados y evangelizar, especialmente con el ejemplo de vida que eventualmente se convirtió en la regla Franciscana. Dios lo recompensó grandemente con habilidades increíbles como la bilocación, la facultad de hablar con los animales, el poder experimentar visiones marianas… y la más grande de todas: RECIBIR LOS ESTIGMAS. Los estigmas que se celebraron ayer precisamente. A ver cuántos de los que lo tildaban de loco pasaron por la historia sin que su nombre sea recordado, mientras este “loco” terminó revolucionando la Iglesia y devolviéndole el sentido de humildad y caridad que había perdido en su tiempo.

Me pregunto qué dirían los que lo veían hablando con los animales. O mejor aún, qué diría San Francisco de quienes no podían escuchar ni hablar con la Madre Naturaleza.

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Y si creían que había terminado, me falta el “loco” que celebramos hoy: San José de Cupertino. Ese pobre hombre intentó entrar a la vida religiosa muchas veces y trataba de ser útil donde quiera que iba. Oye, pero nadie le tenía paciencia. Lo echaban de todas partes por diferentes razones: por torpe, por distraído, por tonto, por bueno para nada… y por ahí sigue. Hasta que un buen día unos hermanos Franciscanos le dieron la mano y lo aceptaron en su convento. Primero lo pusieron a trabajar como obrero en los establos, y esta vez tuvieron la paciencia que no tuvieron otros. Entonces comenzó a hacer un buen trabajo. A la vez, sus virtudes piadosas y disciplina al orar y hacer penitencia, fueron llamando mucho la atención. Así se fue ganando el cariño de los frailes. Y llegó el día en que los frailes dijeron: “Este hombre tiene que ser de los nuestros”. Y decidieron hacerlo pasar por el proceso de admitirlo como fraile. ¿El problema? Que lo pusieron a estudiar. Aaaayyyyyy… y en eso tampoco era muy diestro. Pero como Dios obra por senderos misteriosos, surgieron una serie de eventos curiosos que increíblemente trabajaron a favor del santo. Como el hecho de que sólo podía recordar y analizar una frase de la Biblia, y precisamente de esa misma fue que le preguntaron en su examen. Y así, Dios obró para que se lograra ordenar. Y entonces las grandes manifestaciones comenzaron. Este santo del que nadie esperaba nada tenía la facultad sobrenatural de la bilocación, podía hablar con los animales como San Francisco de Asís, podía leer almas y expulsar demonios… mi hermano, podía hasta volar. Sí, eso dije… ¡VOLAR! De hecho, los sucesos sobrenaturales de San José de Cupertino son de los que más evidencia histórica tienen porque solían ocurrir en medio de multitudes, y hasta en plena Misa.

San José de Cupertino es... el Santo Voladoooooorrrr...

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Así que, bueno… definitivamente Dios no elige necesariamente a los más intelectuales y sobresalientes en la escuela. Claro que hay ejemplos de genios santos como Santa Hildegarda de Bingen, Santa Teresa de Ávila, Santo Tomás Moro, etc. Pero los planes de Dios son SUS planes y no los nuestros. Nosotros podemos ver a una persona y pensar: “Que Dios bendiga a ese muchacho, que definitivamente va a ser un santo.” Y podemos estar ignorando al muchacho inquieto y de mal genio que está a su lado, pero que ES el que Dios está eligiendo para seguir el camino a la santidad. Esa frase que leí una vez: “Dios ha hecho santos a personas peores que tú”, resuena en mi cabeza. Bien lo dijo el mismo San José de Cupertino: “Dios no es sordo ni el Cielo es de bronce. Todo el que le pide, recibe”.

 

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