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Contrario a la creencia popular, y que los medios de comunicación han repetido por años, de que el Día de todos los Santos fue instituída en el siglo VIII como una celebración destinada a sustituir la fiesta pagana del “Samhain” (predecesor del “Halloween”) de los celtas, la celebración es mucho, mucho, muuuucho más antigua. En el siglo VIII, el Papa Gregorio III fijó la fecha para el 1ero de noviembre. Pero la celebración data de los tiempos de las primeras persecuciones de los Cristianos por los romanos. Hoy te voy a hablar sobre la evidencia histórica que existe ANTES de ese famoso siglo VIII que tanto nos imputan muchos reporteros mal informados.

¿Quién comenzó la celebración del Día de todos los Santos? Los fieles mismos. Desde los primeros días de nuestra fe, acostumbraban solemnizar el aniversario de la muerte de un mártir por Cristo en el lugar del martirio. Lo hacían mediante vigilias nocturnas y celebraciones eucarísticas. Hay evidencia histórica tan primitiva, que data del año 270.

Ya para los tiempos del emperador Diocleciano (fuerte perseguidor del Cristianismo entre los años 284 al 305), eran tantos los Cristianos martirizados en masa en un mismo día, que no se le podía asignar un día separado a cada uno. Pero la Iglesia, sintiendo que cada mártir debía ser venerado, fijó un día común para todos. La primera muestra de ello se remonta a Antioquía en el domingo antes de Pentecostés.

"El Triunfo de la Fe", por Eugene Thirion. Una muestra pictórica de los martirios masivos para los tiempos romanos.

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La celebración fue evolucionando. Obispos comenzaron a reunirse para hacer una celebración en común y recordar la memoria de esos mártires que pagaron el más alto precio por defender nuestra fe. Incluso, existe mención de este día en uno de los sermones de San Efrén el Sirio del año 373. Hay también evidencia histórica de una invitación a una de esas reuniones, hecha por San Basilio de Cesarea a los obispos de la provincia del Ponto en el año 397. Y nuevamente se hace mención de este día en la 74ta homilía de San Juan Crisóstomo en el año 407.

Para el año 411, ya los Cristianos de las tribus de los Caldeos hasta tenían un día formal, llamado el “Día de todos los Confesores” (“Commemoratio Confessorum”). Era el viernes después de Pascua. Y así la celebración fue creciendo y tomando forma. Los papas fueron instituyendo la fiesta en distintas fechas que fueron cambiando a través de los siglos, pasando por ese famoso siglo VIII, hasta llegar a la fiesta que celebramos actualmente el 1ero de noviembre.

La importancia de conocer tu fe es que te reafirmas en ella y la puedes defender mejor. En Krystalos insistimos en que nuestras piezas lleven esa historia, precisamente porque la fe se fortalece y se complementa con la historia. Antes de que San Jerónimo compilara el primer tomo oficial de la Biblia en el año 384, ¿cómo se mantuvo viva nuestra fe? Por la Tradición. O sea, por la proclamación hablada… repito, hablada… de la historia de la redención lograda por Jesucristo para nosotros. De los apóstoles a los pueblos… de los pueblos a las familias… de las familias a los individuos. Si algo tan básico como la Tradición puede mantener viva la fe SIN la necesidad de un texto escrito, imagínate lo que podemos hacer ahora que existen tantos recursos.

Así que ahora, si te dicen que la fiesta de nosotros vino después de la de los celtas… puedes referirlos con todo gusto a la historia misma. Para que se enriquezcan tanto de conocimiento como de certeza en la autenticidad de nuestra fe.

 

Lee más sobre el tema en el siguiente enlace: https://ec.aciprensa.com/wiki/D%C3%ADa_de_Todos_los_Santos