Por: Padre Alberto Ignacio González
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XII Domingo de Tiempo Ordinario: Jb 38, 1.8-11; Sal 106; 2 Co 5, 14-17; Mc 4, 35-41.
San Pío de Pietrelcina pasó por muchas pruebas y sufrimientos en vida. Algunos hermanos de su comunidad (Frailes Franciscanos Capuchinos) le tenían envidia y lo acusaron de tener problemas mentales. Tan fue asi que le prohibieron celebrar la Santa Misa, escuchar confesiones, predicar la palabra de Dios, bendecir a las personas, contestar cartas y comunicarse con su Director Espiritual. Estuvo 13 años de su sacerdocio celebrando únicamente “misa privada.”
Dios, por su propia iniciativa, se le manifiesta hoy a Job. Esto con la intención de animar a Job en los momentos de adversidad para que deposite su confianza en Él. Job, siendo un hombre justo, sufrió la enfermedad de la sarna, la muerte de su ganado, la pobreza, el repudio de su mujer y la muerte de sus hijos. Definitivamente Job vivió toda una tragedia, pero en el momento donde ya no sentía esperanza, Dios viene a su encuentro para mostrarle el alcance de su poder.
A través de unas preguntas retóricas, Dios le deja saber a Job que de Él procede todo lo creado. En las Escrituras se pueden apreciar muchos pasajes donde el mar representa el caos y el desorden. Pero a la misma vez se representa a Dios con el orden. A pesar de la furia de una tormenta, Dios tiene el control de cada uno de los elementos que existen en el Universo. Esto nos invita a que, ante las amenazas de la vida, poner nuetra confianza en Dios.
Ese mismo caos de la turbulentas aguas lo experimentaron los discípulos de Jesús en la barca. Ellos eran pescadores y conocían muy bien el peligro que representa el mar. Jesús, bajo su propia autoridad, puso orden en las aguas turbulentas. Con este acto domostró la fuerza de su ministerio en la Tierra, capaz que hasta el mar le obedezca. Cristo, aunque comparte nuestra propia naturaleza y nuestra propia vulnerabilidad, es capaz de dirigir su poder hacia Dios, la fuente de todo lo creado.
Por eso Padre Pío, aunque la pasó muy mal, fue un gran ejemplo de lo que es poner nuestra confianza en Dios en el caos que se puede presentar en nuestras vidas. Una de sus frases más famosa es: “Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración.” Su fe era tan grande que era capaz de conocer el poder de Dios en nuestras vidas y como la fe abre nuestro horizonte para ver el poder de Dios manifestarse.
Fíjense como nosotros, cuando nos sentimos que perdemos el control de nuestras vidas, acostumbramos a decir la frase: “pongo todo en manos de Dios.” Aunque muchas veces esta frase la decimos inconscientemente, recoge una gran realidad de nuestra lucha diaria entre el caos y el orden. Con esta frase reconocemos que Dios conoce y se preocupa de nuetras dificultades y que, como creador de todas las cosas, asume el orden de lo creado. De esa forma, movidos por la fe, depositamos la confianza en Él.
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