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“Uno progresa más en un corto tiempo de obediencia a María que en años de esfuerzo personal basado únicamente en sus propias metas.” – San Juan Pablo II

Coronilla Histórica de San Miguel Arcángel y el Ángel de la Guarda: https://bit.ly/3hDbUNk

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¡UUUFFF… qué frase TAN fuerte! Léela, léela… y luego… vuelve a leerla. La sabiduría de esa cortita frase de San Juan Pablo II sobrepasa la de 100 libros juntos. Te digo de corazón: mira, yo soy científica. Soy ingeniero electricista y de informática. Y mi casa está LLENA de libros. Pero la sabiduría NO se adquiere solo con libros. Por eso, LEE esa frase de nuevo. Aplícala. Y yo te voy a ver regresando aquí a decirme: “Joan, mi vida cambió desde que puse en práctica esa frase.” Porque es la historia de MI VIDA.

La Virgen María es “Llena de Gracia”, como la llamó el arcángel Gabriel, por estar libre del pecado original desde el 1er momento de su concepción por los méritos de su hijo, Jesucristo… o sea, por su Inmaculada Concepción. ¿Recuerdas que lo comentamos hace poco en nuestras redes sociales, en el día de la Virgen de la Medalla Milagrosa?

“Llena de gracia” significa “la muy simpática para Dios”. Si ella hubiera tenido algún pecado, ya no habría sido totalmente simpática para Nuestro Señor. O sea, que todavía a la edad que tenía para el momento de la Anunciación, ella aún no tenía ni la más mínima mancha de pecado.

Ok, vamos bien… pero la Virgen María tuvo muchas oportunidades para pecar luego de eso. La Virgen María pudo haber dicho “no” a la misión que le propusieron. ¿Pero sabes qué? NO pecó. NO dijo que no a su misión. Y se mantuvo OBEDIENTE al PLAN que Dios tenía para ella. Por eso recibió la gloria máxima… ¡y hoy es nuestra reina y madre!

Hablando de eso… ¿sabías que en Fátima hubo una SÉPTIMA aparición de María en Cova de Iria? Sí… aunque muchos creen que la séptima aparición a Sor Lucía fue la de Pontevedra, hubo OTRA aparición luego de la Danza del Sol, y ANTES de la de Pontevedra… en el 1921.

En esa aparición, se dice que la Virgen dejó un mensaje para el futuro. Y aunque el Vaticano no ha autorizado la publicación entera de lo que pasó en esa aparición, sí se sabe un alguito que nos enseña sobre la obediencia al plan de Dios. Sucede que Lucía estaba a punto de ser enviada al pueblo de Porto para empezar su formación religiosa. Pero ella no estaba muy contenta con irse tan lejos de su casa y emprender ese nuevo camino.

Entonces la Virgen se le apareció, como le había dicho que lo haría (para esa aparición, la Virgen no había especificado fecha). Se sabe que la Virgen puso su mano sobre el hombro de Lucía y le dijo: “Aquí estoy por séptima vez. Ve, sigue el camino por donde el Señor Obispo te quiere llevar. Esta es la voluntad de Dios.” Y Lucía entonces cambió su “no” por un “sí”, y el resto es historia.

Por eso, Sor Lucía repetía en sus notas: “Tengo que ser obediente; eso es lo que Nuestra Señora quiere de mí.” ¿Quiere decir eso ser obediente aunque veamos a alguien de la Iglesia portándose incorrectamente? NOOOO, para nada. Lo que está mal y no sigue las enseñanzas del Señor se TIENE que denunciar. Pero esto es algo distinto. Se trata de nuestros planes terrenales vs. los planes de Dios. Cuando Lucía vio a la Virgen en esa aparición, ella estaba rezando para pedir fortaleza y sabiduría para confirmar si haría o no ese viaje que la llevaría por el camino de la santidad. Y recibió la respuesta que buscaba. Muchas veces yo olvidé hacer eso… orar para pedir fuerza y sabiduría antes de tomar decisiones. Y por eso, me arrepiento. Te cuento…

Yo también tenía un plan terrenal. Luego de estudiar ingeniería, yo tenía el plan de ser astronauta. No se me dio por razones de salud. Luego, creativa al fin, quise ser parte del mundo de la moda secular. Pero Dios tenía otro plan. Lo comprendí justo después del huracán María, cuando el estado de emergencia en mi país (Puerto Rico) obligó a los ciudadanos a ignorar por completo al ambiente de la moda y enfocarse en lo necesario para sobrevivir. Ahí me arrodillé frente altar y dije: “Jesús, toma el volante.”

Ya, hace años, varios sacerdotes se me habían acercado, pidiéndome que usara mi influencia y mi nombre en el mundo de la moda para llevar el mensaje de la Fe. Y los había ignorado. Ese día, cuando me arrodillé y le pedí a Dios que pasara al asiento del conductor de mi vida, Dios me respondió con el mensaje más contundente: las personas no necesitan seguir las últimas tendencias de la moda para sobrevivir o para conseguir la vida eterna… pero SÍ necesitan seguir el plan de Dios. Y ahí fue que entendí… ¡esos sacerdotes estaban simplemente pasándome el mensaje del plan que Dios quería que siguiera! Al momento de dejar de ignorarlo y decir “sí”, toda mi vida cambió.

Por eso era que, a través de los años, yo seguía conquistando logros en las pasarelas, tanto locales como internacionales… pero siempre me encontraba una piedra que me impedía progresar, pese a lo durísimo que trabajaba. Cada vez como que era más duro escalar esos peldaños, y más gente con malas intenciones intentaba hacerme daño… ¡sin siquiera conocerlos! Era un ambiente de “quítate tú pa’ ponerme yo”. Y yo pasaba cada piedra, pero rápido me encontraba otra… y otra… y otra…

Hasta que una voz dentro de mí empezó a repetirme: “No es aquí donde te quiero, Joan.” Y, en efecto, al cambiar mi enfoque y voltearme hacia Dios, todas esas puertas cerradas se abrieron de par en par. Decidí ser OBEDIENTE. Y entonces Dios me hizo entender que yo no iba a ser un ícono mundial de la moda, sino una MENSAJERA MUNDIAL DE SU PLAN DIVINO. ¡Es en serio!

Y aquí estoy, contándote esta historia, porque para mí es relevante. Necesitamos más mensajeros de Dios en este mundo donde todos quieren ser “influencers” y el ejemplo a seguir es una chica que posa en bikini frente a una piscina o que te muestra su nueva cartera de miles de dólares (que te aseguro, por mi experiencia en la moda, que ella NO pagó con su dinero, sino que se la regaló o se la prestó la marca para efectos de promoción y mercadeo).

Yo estaba ignorando el plan de Dios… y no es que eso me hiciera una mala persona. Era que no estaba poniendo atención a las señales. Primero fue Padre Luis Norberto. Luego fue Padre Alberto Ignacio… y les siguieron otros más que me repetían que usara mi creatividad e influencia para acercar a otros a la santidad. Pero yo estaba totalmente despistada. Cuando dejé de ignorar a Dios y me arrodillé a escucharlo, entendí que tenía que OBEDECER Su plan para descubrir mi verdadero potencial, y así explotarlo y maximizarlo… PARA EL BIEN. Así hizo María… y así hizo Sor Lucía.

Por eso, repitamos hoy, día de la Inmaculada Concepción de María, esa frase tan gloriosa de San Juan Pablo II: “Uno progresa más en un corto tiempo de obediencia a María que en años de esfuerzo personal basado únicamente en sus propias metas.” GRACIAS, SANTO PAPA.

 

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